Máximo protocolo, solemnidad y pompa marca cualquier viaje de estado a un país monárquico. Normalmente el soberano reinante y su pareja son quienes presiden los eventos, así que tiene sentido que un futuro jefe de estado vaya ganado experiencia en este tipo de situaciones.
Tal fue el caso Jaques de Mónaco, quien junto a su hermana, la princesa Gabriella, acompaño a sus padres, sus alteza serenísimas alberto y charlene, en la gran ceremonia de bienvenida que le dieron en el Palacio Grimaldi a Emmanuel y Brigitte Macron.
Sobre una alfombra roja y bajo el compás de la música que tocaba la banda principesca, todos se saludaron afectuosamente con varios besos e incluso un abrazo, seguido de risas en el caso de los dignatarios y de la mini princesa haciéndole entrega a la primera dama de un precioso ramo de flores.
Hay que decir que los mellizos, que acapararon buena parte de los focos durante el acto, se comportaron como unos grandes expertos en este tipo de situaciones. Junto a sus padres, los cuatro parecían haberse mimetizado en cuanto a sus atuendos se refiere, ya que el primero en la línea de sucesión iba vestido con elegante traje oscuro, igual que su progenitor, mientras que la niña lucía un bonito vestido blanco, mismo color que el pantalón que llevaba su madre y que combinó con una chaqueta manga corto con bolsillos frontales y botones dorados.