Los corgis siempre ocuparon un lugar especial en el corazón de Isabel II, desde que tenía 18 años y tuvo a su primera perra de esta raza llamada Susan, un regalo de su padre el rey Jorge VI y por la que nació el resto de sus corgis. Las mascotas de la monarca recibían un tratamiento digno de la realeza y tenían un menú especial hecho por un chef del palacio. A la reina Isabel II, no le gustaba separarse de sus adorables perritos, por lo que decidió llevárselos hasta para su luna de miel con el príncipe Felipe.
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